El hombre tiene derecho a ser feliz, pero debe serlo noblemente y, lo que viene a ser lo mismo, en el marco de la VERDAD y del CAMINO INICIÁTICO.

La nobleza es lo que corresponde a la jerarquía real de los valores: lo SUPERIOR prevalece sobre lo INFERIOR, y esto tanto en el plano de los sentimientos como en el de los pensamientos y las voliciones.

Se ha dicho que la nobleza de carácter consiste en poner el HONOR o la DIGNIDAD por encima del interés personal, lo que significa en último término que hay que poner lo real invisible por encima de lo ilusorio vivible, tanto moral como intelectualmente.

LA NOBLEZA está hecha de DESAPEGO y de GENEROSIDAD; sin esta nobleza, los dones de la inteligencia y los esfuerzos de la voluntad no pueden bastar para el Sendero, pues el hombre no se reduce a estas dos facultades, sino que posee también un alma capaz de amor y destinada a la felicidad y ésta no puede realizarse –salvo de una manera completamente ilusoria- sin la virtud o la nobleza.

Podríamos decir también que el Sendero está hecho de discernimiento, de concentración y de bondad: la bondad fundamental del alma es al mismo tiempo su belleza, del mismo modo que toda belleza sensible revela una bondad cósmica subyacente.

EL DESAPEGO implica la objetividad frente a uno mismo: la generosidad implica igualmente la capacidad de ponerse en el lugar del otro, o sea de ser “SI MISMOS” en los otros.

EL DESAPEGO da lugar a la paciencia, la generosidad y la lealtad: la paciencia y la lealtad prolongan y perfeccionan en cierto modo las virtudes. Toda cualidad para ser completa implica la perseverancia.

En rigor, no somos nosotros “personalmente” quienes realizamos la virtud, son únicamente los Dioses quienes la poseen y quienes nos la comunican; esto es evidente y es universalmente reconocido, al menos en el mundo del espíritu.
Lo que creemos que es una realización de la virtud no es en realidad sino una mirada del corazón de los Dioses, o una mirada de los Dioses a nuestro corazón.

El accidente de la virtud humana no puede ser una producción de la criatura y es precisamente por esto por lo que se llama “dones” a las cualidades y talentos de un hombre.