En cada uno de nosotros existe un misterioso impulso de SER UNO MISMO, de ser individuos singulares y definidos, separados de lazos familiares, asociaciones y vidas en común.

La educación, la sociedad, lo que vemos y aprendemos nos hace ser robots. Perdemos la individualidad y eso es además de incómodo, muy doloroso y molesto.

Sin embargo el PROCESO DE INDIVIDUACIÓN es duro y penoso. Implica no solo la voluntad de superar los desafíos internos y externos que irán a probar nuestra fortaleza, sino también la capacidad de permanecer solos y sufrir la intolerancia o la hostilidad de los que nos rodean, que nos llamarán “ovejas negras”, porque todavía ellos no han comenzado el VIAJE HACIA LA INDIVIDUALIDAD.

Tenemos diferentes MITOS, que nos muestran esa batalla titánica que hemos de librar para llegar al AUTOCONOCIMIENTO, a NOSOTROS MISMOS. Por ejemplo “DAVID Y GOLIAT”; Una imagen arquetípica de la batalla interior que cada persona comprometida con el AUTODESCUBRIMIENTO ha de librar con el fin de incorporarse a la verdadera vida.

Otro MITO muy significativo es la PARTIDA DEL BUDA, en este caso de SIDDHARTA: Su padre decidió que nunca saliera del palacio, para que no pudiera conocer, la enfermedad, la vejez, el hambre y la muerte, pero el joven príncipe, un día saltó el muro y se escapó. Cuando comprobó la iniquidad en que la gente vivía, decidió encontrar un CAMINO INTERMEDIO, para librar a los humanos de tales desdichas. Un día en el que un sabio iba predicando por las calles, pensó en pedirle consejo. El sabio le dijo que, si quería alcanzar la iluminación tenía que dejar toda su riqueza, y así le permitiría que le acompañara. Siddharta dejó todo, su amada esposa, sus padres e incluso a su pequeño hijo. Cuando el sabio le vio, aún le aconsejó: “deja también tus vestiduras y tus lujosos zapatos. Aquí tienes que venir solo con un saco como vestido”. Así lo hizo. Cuando la gente se reunía alrededor del sabio para aprender de sus palabras, este decía: “No me sigáis a mí, pues yo fui siempre pobre, seguid a mi discípulo, porque él ha rechazado todas las riquezas de este mundo. Por lo que es más sabio que yo”.

Siddaharta quedó en soledad, pero no encontraba el Camino del Medio. Dejó de comer y solo se mantenía de excrementos de pájaro y agua del río. Cuando ya estaba a punto de morir de inanición, se fijó en que una barca iba navegando por el río. En ella viajaban dos hombres, uno tocaba el laúd, el otro le explicaba: “Si tensas mucho la cuerda de romperá, y se la dejas floja, no sonará”. Fue entonces cuando entronó la iluminación. Encontró el CAMINO DEL MEDIO.

El mito celta nos habla de PEREDUR. Este mito está entretejido para formar parte del gran tapiz de la saga del SANTO GRIAL.

PEREDUR, como sus homólogos franceses y germánico, PERCIVAL y PARCIVAL, termina encontrando el GRIAL, pero en la primera parte del relato PERCIVAL encuentra serias dificultades cuando plantea a su familia su derecho a salir al mundo y hacerse un hombre.

PEREDUR era uno de los siete hijos del Conde Evrawc. Su padre y todos sus hermanos murieron en combate, por ello la madre de Peredur se retiró a la espesura del bosque con su hijo, solo quería prevenirle de peligros y que no corriera el destino de su padre y sus hermanos.

Un día Peredur se encontró con un anciano, y este le preguntó: -Bello joven, sabes manejar la espada? – No,- contestó,- pero sin duda si me enseñas aprenderé.

El anciano reveló a Peredur que en realidad era su tío, hermano de su padre.

-Abandona los hábitos y razonamientos de tu madre,- le dijo el anciano.- Yo te dará un caballo y te enseñaré como montarlo, y con ello te enseñaré a alcanzar el rango de caballero.

Peredur decidió de inmediato hacerse caballero y aprendió el arte de la espada.

Días más tarde Peredur salió con su caballo y habiendo aprendido el arte de la espada, cabalgó lejos del lugar donde estaba su madre. Llegó a un bosque y desde la espesura escuchó un gran alboroto. Vio a una mujer hermosa de cabello castaño, cerca de ella había un caballo y un cadáver. Cada vez que ella intentaba subir el cadáver al caballo, este caía al suelo.

-¡Maldito Perdur! –le dijo, tú eres el causante de la muerte de tu madre. Cuando ella se enteró que tenías un caballo y una espada, el dolor la mató.

Tras el duelo y el enterramiento de su madre Peredur continuó entrenando. Y no podía ni quería volver a ser ignorante de su Camino.

Muchas pruebas tuvo que vencer el caballero Peredur hasta ser admitido en la corte del Rey Arturo, su único anhelo.

Este relato tiene una gran moraleja. Por más que intentemos huir de nuestro destino, y nuestros progenitores traten de protegernos, el Camino se abrirá paso ante nosotros irremediablemente.

El joven Perdur, al decidir hacerse caballero, tuvo que enfrentar el dolor de la pérdida de su madre así como el reto de una lucha sangrienta, antes de ser admitido a la categoría de los hombres de armas.

El GRIAL simboliza la sabiduría espiritual.

El florecimiento de la individualidad implica no solo dejar atrás la niñez, sino también enfrentarse y luchar con esas fueras agresivas, destructivas, paralizantes y poco dispuestas a acabar con los límites de la vida terrena en el mundo y dentro de nosotros mismos. Esta batalla por la autonomía constituye un rito de paso que encara todo caminante o iniciado y que puede tener que librarla muchas veces a muy diferentes niveles. No hay engaño en este RITO DE PASO. Puede ser sutil tomando formas que no se reconocen fácilmente como campo de batalla. Pero si tratamos de evitar el reto de la autonomía, permaneceremos siempre frágiles, inmaduros y vulnerables a que nuestras débiles fuerzas salten en pedazos ante la menos de las decepciones de la vida.