LAS BRIZADORAS (Nanas o canciones de cuna)

La costumbre hace que no nos fijemos en determinadas cosas que ocurren a nuestro alrededor pero que sin embargo gozan de un gran sentido. Nos referimos a LAS CANCIONES DE CUNA, tan habituales, tan frecuentes en nuestra sociedad que, damos por hecho que ha de ser así, pero que no hemos llegado a profundizar en su importancia, en el poder psicológico que ejercen sobre el bebe y la propia madre.

La canción de cuna es la primera que acompaña a los niños para que duerman pronto y la que olvidan enseguida, porque son tan pequeños cuando se las cantan, que no reconocen aún sus significados, aunque si perciben que palabras, ritmos, sonidos, medidas, silábicas… conforman una música, que, aunque monótona en ocasiones, ayuda o contribuye a su sueño, sueño reparador que tranquiliza, serena y evita terrores nocturnos, a veces incomprendidos por la propia familia.

Gabriel Celaya (1972:251) escribe: “La madre al cantar a su hijo se coloca a su nivel y le habla como si también ella fuera otro niño, solo un poco mayor que ella. De ahí la comunicación real que se establece en estas canciones”.

En la relación afectiva que la madre inicia con el niño ya durante su gestación y que desarrolla tras el nacimiento, surge la NANA, canción de arrullo o de cuna, a cuyo son lo adormece.

Podemos afirmar que la mujer que canta a su infante para dormirle es equiparable a la propia cuna (el regazo)

Las palabras que componen la NANA son sutiles, intensas…; de ahí que se escuchen como en apagada carcasa de sonidos, colores y sensaciones que nos conmueve por su valor estético y por los niños destinatarios, plenos de hermosura y de inocencia.

La repetición de la voz “na” “na” fusionada en “nana”, tiene carácter onomatopéyico, y está vinculada al sonido de balanceo.

La palabra NANA está relacionada con “NONNA”, voz latina considerada como forma hipocorística del lenguaje infantil, cuyo sentido oscila entre “NIÑERA”, “ABUELA” y “PERSONA RESPETABLE” (Corominas IV,256), acepciones a las que el DRAE (1992) añade las de MUJER CASADA, MADRE Y NODRIZA, registradas en España y Latinoamérica (México, Colombia, Argentina, Chile, Perú…). Las NANAS (en inglés NANYS) son las mujeres que cantan las canciones de cuna. No es extraño pues que NANA designe a la madre, la abuela, la niñera o la nodriza y al propio canto: “A la nana, nana/ nanita, nana/ duérmete lucerito/ de la mañana”.

Por la palabra y la música se conjura el sueño infantil para que acuda pronto y llegue con el silencio y la serena oscuridad del descanso, desde el comienzo de la vida tenemos necesidad de palabras y sonidos, de los que quizá solo rememoremos los vínculos afectivos que, como una huella inefable, quedan dentro de nosotros.

Numerosos autores han escrito este género en la lírica hispana infantil.
Aquí vemos el valor que constituye un género popular de tradición infantil como la CANCIÓN DE CUNA O NANA, que se vincula al género artístico de la música. El niño, el bebe receptor de la NANA, tan pequeño y ya es capaz de detectar la MAGIA y el ENCANTAMIENTO que lo conducen al sueño mediante palabras y música, que lo guiarán a un mundo desconocido, del que se le están entreabriendo sus puertas; a la memoria nos viene una de las SIETE CANCIONES de Manuel de Falla que se encuadra en el cancionero popular infantil.

“Duérmete, niño, duerme.
Duérmete, mi alma,
Duérmete, lucerito,
De la mañana.
La nanita, nana.
Duérmete, lucerito
De la mañana”.

Un duro dramatismo observamos en la de García Lorca, la NANA del que lleva el caballo al agua y lo vuelve sin beber, un de las más populares del reino de granada de la que hemos encontrado en algún pueblo de Valencia, versiones en castellano con variantes de poco interés:

“A la nana, nana, nana,
A la nanita de aquel
Que llevó el caballo al agua
Y lo dejó sin beber”.
(Federico García Lorca)

Inspirado del libro, Presencia del cancionero popular infantil en la lírica hispánica.