Para llegar al discernimiento hemos de aniquilar la DUALIDAD.
Mientras creemos en que existen dos partes de la ÚNICA parte, nos debatiremos buscando la parte que más nos gusta, mientras lo contrario nos perseguirá muy de cerca.

Con frecuencia nos sentimos tristes y defraudados si no logramos con nuestros sentidos de carne acercarnos al objeto de nuestro amor. Queremos verle, oírle, tocarle, olerle y si se puede también saborear sus besos.
Sin embargo, la otra parte, la ausencia, está en la unión, no hay una sin otra. ¿Qué quiere esto decir? Que en la AUSENCIA podemos disfrutar de la presencia, una presencia que no se percibe con los sentidos de carne, pero que puede ser más íntima y placentera que la UNIÓN DE LOS CUERPOS.

Esta trascendencia de los sentidos en pareja, es llamada AMOR MÍSTICO, que no tiene nada que ver con el AMOR PLATÓNICO. Sino que transciende a este en todo su contenido.

LA SABIDURÍA DEL RETORNO
Cuando ambos “amantes” son cómplices de su compromiso y ninguno de los dos necesita de la UNIÓN FÍSICA continua, se establece un REFLUJO (Tentativa de inmersión en lo absoluto) o viaje hacia el interior divino. Este viaje hacia el interior es muy frecuente en MÍSTICOS y se realiza a través de Dos VIAS: La meditación y la poesía (ojos de la imaginación)

Este tipo de relación suele realizarse a través de las palabras (que no ocupan espacio en el tiempo) Las palabras se vierten en el alma del Amante dejando libertad absoluta al Amado.

Como dice en su estrofa mística el poeta murciano IBN ARABI:

“¿Queréis probar por ventura
de esta bebida ambarina,
de palidez y arrebol
entre roja y amarilla?

Inconfundible perfume:
su aroma, cuando se aspira
antes de que se difunda,
arrebata en la vasija.

Cuando con tus propios ojos
en su vaso le contemplas
la razón se desvanece,
nada que le oculte queda.

Tan cristalina es la copa
y tan depurado el vino
que al hacerlo circular
no sabrías distinguirlos”.