El título de este artículo puede parecer provocativo si no pensamos bien lo que entendemos como RELIGIÓN.
La palabra RELIGIÓN viene del latín RELIGIO, formada con el prefijo RE (indica intensidad), el verbo LIGARE (ligar o amarrar), y el sufijo IÓN (acción y efecto). Entonces RELIGIÓN es algo así como ACCIÓN Y EFECTO DE LIGAR FUERTEMENTE CON LO DIVINO”.
El verbo LIGARE, se vincula con la raíz indoeuropea LEIG (atar, mezclar). Esta raíz también está presente en las palabras ALIAR, ALEAR, LIAR.
Podemos pensar que el primer hombre que se pone de píe y descubre a su alrededor y por encima de él las distancias, las dimensiones, mira al cielo y en el afán de descubrir que hay ahí arriba, en las estrellas, ya es religioso, pues tiene el deseo de “religarse con lo divino” aunque él no sabe que es lo que contempla.
La búsqueda, la necesidad de sentirse divino en el hombre, lo que llamamos RELIGIÓN, es inherente a los seres humanos. Hace miles de años el sentido religioso no era en absoluto dogmático, ni teocrático. El Brujo o la Bruja de la tribu, que había aprendido de su instructor o Maestro, durante mucho tiempo el “arte” de mediar entre lo divino y lo humano, realizaba sus ritos a la Naturaleza, daba gracias a las cosechas, a la fecundidad de los animales que le procuraban la subsistencia y se protegía de tormentas y plagas orando ante lo divino, con la única intención de salvaguardarse.
A través de los años, masculinizando las sociedades, convirtiendo las Diosas por un dios masculino, reñido con la mitad de la población; las mujeres. Obligando, convirtiendo a la fuerza, persiguiendo, torturando y asesinando en el nombre de dios, la sociedad ha llegado a un punto de incredulidad tal que ya no nos sirve lo que de pequeños nos contaron.
Estamos en una época en la que la tecnología avanza de forma desmesurada, en la que la ciencia es pionera en demostrarnos que no hay que creer en un “salvador” y vivir atormentados por él, en la que la psicología nos muestra que solo nosotros somos responsables de nosotros y nadie está en el tejado de tu casa observando tus acciones para castigarte o premiarte.
Aún con todo esto, los humanos seguimos siendo RELIGIOSOS. Es cierto que ya no nos sirve una religión obsoleta, terrible en casi todos los aspectos, castradora, pero… ¿Ahora qué? ¿He de pasar de creer y sentir lo divino que soy yo, a no creer en nada…? O a creer que soy un organismo que come y defeca y ya está?
Entonces, cuando ante la belleza de un atardecer en el mar, o ante la floración de los cerezos, o ante una obra de Schubert, quedamos subyugados ¿A que podríamos pensar que se debe?
En Occidente no hay alternativa religiosa. O eres católico o en el mejor de los casos, aun siendo católico practicas budismo. Sin embargo ninguna de las dos opciones u otras muchas que podríamos enumerar nos pertenecen. No son de nuestro ámbito europeo. La una es judeocristiana, y la otra oriental.
¿Qué podemos hacer? ¿Cuál es mi alternativa religiosa?
Esto es lo que nos dice en el prólogo Josep Carles Laínez de su libro EL PAGANISMO EXPLICADO A LOS NIÑOS: “Una religión no se defiende como se toma partido por un color. Algo debe movilizar por encima de sus verdades, algo debe agitar en la mente y en el corazón, ha de haber un deseo de verse dentro de ella, de ser parte de su comunidad, de acatar sus mandatos, de comprender sus mitos, de investigar en sus derivaciones, de conocer su historia, de saber al fin y al cabo, porque es la nuestra. Y dos mil años de cristianismo no han conseguido que prenda en los niños europeos ninguno de estos verbos de acción. Si me remitiera al valor ancestral de la raza, la nación y la sangre, y viviera en los genes una continuidad suprema, me limitaría a decir que el cristianismo no ha calado nunca en Europa (y repito el adverbio: “nunca”, a pesar de lo que se nos quiere hacer creer) porque responde a un esquema de pensamiento ajeno al nuestro. Se trata de una religión SEMITA, y sólo logró imponerse entre nosotros mediante su oficialización y la prohibición del PAGANISMOS y la persecución de cualquier “herejía”. Un niño ha de estar previamente manipulado para conmoverse ante las reliquias de un santo. No hay un verdadero interés en lo religioso porque lo religioso ha desaparecido de las categorías esenciales de su educación, y aunque haya grupos de rock cristianos, seductores predicadores con videos modernos o decenas de nuevas iglesias por las ciudades (repletas, sobre todo, de hispanoamericanos, que son los únicos que parecen conservar la fe en Cristo), no hay demasiados elementos que a los jóvenes les haga inmiscuirse en este terreno, sentir curiosidad por él o les vuelquen a experimentar más allá de su sentidos y a través de ellos.
En resumidas cuentas, el cristianismo toca a difuntos, las espiritualidades orientalizantes copan el interés de algunos jóvenes –y, sobre todo, postjóvenes-, se extiende lo políticamente correcto y la vulgata de los Derechos Humanos, las deportivas son las noticias más esperadas por los ciudadanos, y las nuevas tecnologías y el consumo se ha convertido en los nuevos dioses.
No obstante en Europa, mal que bien ha sobrevivido el PAGANISMO: disfrazado, negado, ridiculizado, infantilizado, mutilado, tergiversado, apropiado, destrozado… pero ahí está para quien desee continuar viéndolo como la única religión a la cual debe consagrase un hombre o una mujer europeos. Por eso se nos impone la urgente tarea de revitalizar el paganismo desde su consideración como sustento espiritual, prístino y primigenio de la nación Europa.
Es importante que tengamos el deseo de buscar en la historia, en nuestra historia, pero sobre todo iniciarnos en el fantástico descubrimiento de la fe de nuestros antepasados, y encontréis en el recodo de un bosque, o en el murmullo del mar, la sonrisa y el sonido de los Dioses. Os sentiréis, estoy seguro, mucho más plenos, y asimismo unidos entre ellos y la sagrada nación a la que pertenecéis: Europa.
A los pequeños, cuando los padres no tiene fe, o directamente se llaman así mismos ateos, se les inscribe a la asignatura de VALORES, pero esto, según mi opinión es aún más destructivo que la asignatura de religión Católica, y os diré porque; más vale disponer de una aproximación a lo sagrado, que de la manipulación desde pequeños con los VALORES falsamente solidarios del capitalismo destructor de los pueblos.
Lo niños, casi todos, hacen la comunión, sin embargo después de esto, no vuelven a confesar ni a comulgar, o al menos lo hacen por poco tiempo. Sin embargo, sienten en su interior la necesidad de creer en algo que de verdad les haga sentirse a gusto, les sirva para tener confianza en las cosas, y le hable de una vida feliz y trascendente, es decir, que no acaba en este mundo de colores y de formas.
Me pregunto porque la mayoría de las personas, aun sabiendo que existió una religión anterior al catolicismo, no se implican y tratan de descubrirla, y es que esa mayoría de personas es reacia a esforzarse. Reconocerse PAGANO implica, en primer lugar, un proceso de búsqueda de tus orígenes y de donde te encuentras en el mundo, de cómo quieres vivir y qué deseas legar a las próximas generaciones. Antes de presentarse al mundo en tanto pagano, ha de haber un largo proceso de profundización en torno a las implicaciones de tal postura – aunque no nos cabe otra elección como europeos.
Pero no tenemos otra elección, hemos de descubrir y trasmitir la religión de nuestros pueblos originarios, y con ella su cultura, sus valores, sus tradiciones, porque son los nuestros.
Cuando celebramos la noche del Solsticio de Verano, estamos celebrando un rito (lo hagamos como lo hagamos) tan antiguo como el mundo. Podemos determinar la fecha exacta de cuando el Edicto de Roma instaura el Catolicismo 280 d.C. sin embargo no podemos calcular la antigüedad de las fiestas PAGANAS, de tan antiguas que son.