Mitología a través del arte: Caronte, el Barquero del Infierno
El Mito
En la mitología griega, Caronte (literalmente brillo intenso) era el barquero de Hades, encargado de transportar las almas de los difuntos en su barca. Los difuntos debían llevar un óbolo para pagar su viaje al más allá, razón por la cual en la antigua Grecia los cadáveres se enterraban con una moneda bajo la lengua o sobre los ojos (se han encontrado vestigios de esta práctica en restos arqueológicos). Aquellos que no podían pagar tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, tiempo después del cual Caronte accedía a llevarlos sin cobrar.
Contamos con diversas fuentes para conocer esta figura mitológica. En el siglo I a. C., el poeta romano Virgilio describe a Caronte en el descenso de Eneas al inframundo, después de que Sibila de Cumas mandara al héroe la rama dorada que le permitiría volver al mundo de los vivos. En el Canto III de la Divina Comedia de Dante, aparece Caronte cuando Alighieri, Virgilio y Dante atraviesan la puerta infernal, el vestíbulo de los cobardes y el paso del Aqueronte. Aunque con frecuencia se dice que conducía las almas por la laguna Estigia, como sugiere Virgilio en su Eneida, según la mayoría de las fuentes -incluyendo a Pausanias y Dante- el río que en realidad transitaba Caronte era el Aqueronte.
Ahí yace Caronte, que gobierna la lúgubre costa.
Un sórdido dios: por debajo de su barbilla peluda
Una larga barba desciende, despeinada y sucia;
Sus ojos, son como hornos huecos en el fuego;
Una faja, llena de suciedad, une su obsceno atuendo.
Virgilio, Eneida 6.298–301
Llega el poeta a la puerta del infierno y lee en ella una inscripción pavorosa. Confortado por Virgilio, penetran en las sombras de los condenados. Encuentran a la entrada a los cobardes que de nada sirvieron en la vida. Siguen los dos poetas su camino y llegan al Aqueronte. Caronte, el barquero infernal, transporta las almas al lugar de su suplicio a la otra margen del Aqueronte. Un terremoto estremece el campo de las lágrimas y un relámpago rojizo surca las tinieblas. El poeta cae desfallecido en profundo letargo. Divina comedia, Dante.
El mito en el arte
Esta figura forma parte de numerosas composiciones, con frecuencia como un personaje secundario, pero también protagonizando algunas obras. Su iconografía habitual es la de un anciano alto y delgado con largas barbas y que viste unas pieles o una túnica (visión posterior y más romántica que se aleja de las representaciones más clásicas). Lleva, asimismo, una larga vara para remar y con la que castigar las almas de los difuntos que no reman demasiado rápido o que protestan durante el viaje.
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