Rey invisible que has tomado la Tierra como apoyo
y que cruzas los abismos para llenarlos con tu poder
Tú, cuyo nombre hace temblar al mundo
Tú, que haces correr los siete metales en la vena de la roca.

Monarca de las siete luces
remunerador de los obreros subterráneos
condúcenos al Aire deseable y al Reino de la Claridad

 

Nosotras velamos y trabajamos sin descanso
nosotras buscamos por las doce piedras de la Ciudad Santa
por los talismanes que están abismados
por el agujero que atraviesa el centro del Mundo

 

Señor, Señor, ten lástima de los que sufren
ensancha nuestros pechos
levanta nuestras cabezas
engrandécenos

 

Oh, estabilidad y movimiento
Oh, día y noche
Oh, oscuridad velada de luz
Oh, Maestro que jamás retienes el salario de tus trabajadores
Oh, blancura argentina
Oh, esplendor dorado
Oh, corona de diamantes vivos y melodiosos

 

Tú que llevas el Cielo en tu dedo
como una sortija de zafiros
Tú que guardas bajo la tierra
en el reinado de las pedrerías
la esencia maravillosa de las Estrellas

 

Vive, reina,
y sé el eterno dispensador de las riquezas de las que nos has hecho guardianas

Así sea