Kaleaka es la diosa del invierno y de los paisajes montañosos. En las leyendas aparece como una mujer anciana, con un tono de piel azulado (puede que recordando al color de la piel al ir congelándose). En muchos lugares solían decir que tenía un único ojo, como los cíclopes clásicos. Luego, al ser una diosa en relación directa con la naturaleza, se la solía describir con una dentadura como de oso, y unos colmillos de jabalí. Siempre aparece acompañada de un lobo blanco.

Según cuentan las leyendas, cuando el invierno estaba a punto de llegar, salía de su escondite y se dirigía a los bosques, con la intención de ir protegiendo a los animales. Ella despliega el manto que la cubre, dando paso a los temporales de invierno. Otra de sus características, según algunas fuentes, era que tenía una varita de acebo, y con ella hacía marchitarse a las hojas de los árboles y que cayeran durante el otoño. De esa manera logra hacer una abrigada alfombra para que las semillas que han caído de los árboles permanezcan calientes y puedan germinar en primavera.
Según se narra en la leyenda Kaleaka Berara, según termina el invierno se retira a las Islas Afortunadas, situadas en el Oeste, donde se alimenta de manzanas para volver a la tierra convertida en Brigantia. Hay otra leyenda que dice que, después de los duros meses de invierno, Ella se convierte en piedra y allí permanece hasta el siguiente invierno.
Dependiendo del lugar donde se la veneraba, resultaba benéfica o maléfica. En las Islas Británicas, entre los pueblos celtas, o era bondadosa porque se ocupaba de otorgar pieles a los animales, cubrir el suelo con nieve y hojas y ungir las plumas de las aves para que el agua o el frío no les llegara a la piel, o era terrible, ya que congelaba las primeras cosechas y cubría todo con nieve o hielo.
¡Salve diosa Kaleaka! ¡que tu manto de amor por todo lo que vive nos proteja de peligros durante los meses de frío!
CALECA NERAVA, aparece este nuevo teónimo en una sere de epígrafes rescatados en la localidad de Villaverde del Monte (Burgos). Se trata de tres epígrafes hallados en el término conocido como Valdermoso, aunque hay un cuarto que por su deterioro es difícil catalogar.